martes, 21 de diciembre de 2010

1. Lombok

Entrar en Lombok es como volver a entrar en Indonesia. Recorro solo la costa norte, una costa bella a la que ya le queda poco de virgen. Como diría mi amigo Fon, de Jaén, “los más intrépidos hijos de Kuta se adentran hasta Lombok, aunque siempre pegaditos a la costa, sin perder de vista a Bali… ” y qué razón tiene el condenado... pero quizás se a mejor así.
Lo cierto es que nadie puede negar la belleza de sus costas, aunque las mejores plazas sean ocupadas por “resorts” de lujo…

 … y  aunque hubo una época en la que el ambiente estaba revuelto, con enfrentamientos étnicos día sí y otro también, ahora parece que ha vuelto la armonía…


… y  la paz a sus carreteras.


Dejo a sus gentes con su rutinaria labor y dejo el volcán Rinjani a mi derecha,


Un volcán a cuya ascensión dejo para otra ocasión…


… ya que debo seguir mi camino hacia Bima, en Sumbawa, para no perder un ferry que solo pasa cada quince días. Pero no puedo negarme a compartir unos momentos con sus simpáticos habitantes….


… o aguantar la mirada desafiante de sus cachorros


A medida que uno se va alejando de Bali la pobreza va aumentando y son comunes las pequeñas cabañas habitadas por familias numerosas. También se nota más la presencia del Islam y no dejan de sorprenderme cuando detrás del burka, prenda de la que prefiero no hablar, por si acaso, una simpática mujer me habla en un fluido inglés.


Y todos me preguntan: cuál es tu religión?
Y yo les respondo: qué es eso?
Y entonces se quedan en fuera de juego y solo por ver los ojos que ponen cuando sus esquemas son ligeramente sacudidos, merece la pena no dar la respuesta más fácil, que además sería mentir

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